Al tenerlo en sus brazos, María ve de cerca la empeoramiento y profundidad de todas las llagas y heridas de su hijo, reavivando el dolor. Este dolor final es la culminación del duelo de Nuestra Raíz, y el giro de su dolor en torno a la resurrección prometida. Esta cookie https://torreyt924uqg9.blogofchange.com/profile